lunes, julio 24, 2006

cómo Camila Cortés vive su amor

Anoche me acordé de tí. Viniste así, de la nada. No quiero que pienses que esto es una declaración de algo, no, no es así; tampoco pienses que tengo alguna intención ulterior porque no la hay, simplemente aprovecho este momento para decirte que me enamoré de tí. Sí, dime estúpida, ríete si quieres, pero así es. No sé cómo sucedió ni cómo fue que pasó, pero me doy cuenta de que así es por las consecuencias que este amor tuvo en mí. Me modificó profundamente, no pude vivir ninguna relación posterior a tí "normal", bueno, me río y me avegüenzo de mí misma en estos momentos. Discúlpame. No soy amiga de la exhibición personal. En realidad no sé por qué te estoy diciendo esto, probablemente no te interesa mucho, a lo más contribuiré a subir tu ego, pero nada más. Te repito, no espero respuesta, no espero reciprocidad, y ni siquiera apelo a una liberación de esto al decírtelo, pero hay algo en mí, adentro, bien adentro, que cree que es justo que te lo diga. No por mí, por tí. Y bueno, la torpeza de mis palabras, la tosquedad y el cigarrillo que tiembla entre mis dedos te dice lo nerviosa que me pone esta situación. Ya, no me mires tan sorprendido. Sé que es una bobería que te diga que me enamoré de tí si con suerte te dí un par de besos por ahí, y nos vimos tan sólo tres veces en un año, lo sé, es el sinsentido mismo, pero qué le voy a hacer, aquí la lógica no cabe en ningún lugar, en ninguna parte. Sé que estás con alguien ahora, y no quiero causar ninguna tormenta en tí, sé que tampoco tengo ese poder, en tí no lo tengo, mas debo decirte una y mil veces que me enamoré, y tal vez aún lo estoy, no lo sé, tal vez mi enamoramiento está dormido y despierta cuando tú haces algo. Bueno, me siento lo bastante ridicula como para tomar mis cosas e irme, pero mis temblores son mayores y no puedo moverme con facilidad. Así que tal vez es bueno que te siga hablando, porque tu silencio es más decidor que mis palabras.
Y bueno, a veces pienso lo ingrata que fue para mí esta experiencia, mi primer enamoramiento de "adeveras", porque nunca te tuve, tampoco lo quise, pero no viví contigo más de tres noches, nada más. Nunca me quedé con las ganas de acostarme contigo, no es una atracción sexual la que siento hacia tí, es algo más cordial, más sentimental por decirlo de alguna manera. Probablemente tú tampoco lo quisiste, diste alguna señal pero no insististe más ante mi negativa. Para mí no es una cuestión de sexo. Es mi "estar enamorada"; te recuerdo muchas veces, más de las que quisiera tal vez, y mi memoria guarda todos los instantes junto a tí pasados, y mi piel recuerda tus caricias, y mi espalda recuerda tus manos, y mi corazón aún salta contigo. Debo decir que las dos veces que nos juntamos, en un intervalo de una semana -sí, estúpidamente lo recuerdo todo-, yo tenía 19 años y después de eso sufrí, es verdad, porque te fuiste, no supe más de ti hasta muchos mese después, deambulé por todos lados y no te encontraba, intenté enterrarte, sepultarte para que no me dolieras y para no cuestionar nada, no quería preguntarme por qué fue todo así, por qué te fuiste sin decir nada, sin un adiós, simplemente desapareciste y dejaste un gran amor aquí, bien adentro, tan dentro que no he podido sacarte.Bueno, anoche, cuando me acordé de tí, solté un par de lagrimas, que fueron más por mí que por tí, fueron por mi mala suerte, por la poca fortuna que tuve al enamorarme de esa manera de alguien como tú, porque bueno, tan tonta no soy, sé que tienes ese concepto de libertad tan extraño metido en la cabeza, y por lo ingrato y aciago que es mi enamoramiento. Curiosamente no espero que te hayas enamorado de mí, porque probablemente no podrías, pero siendo muy honesta conmigo misma, me hubiese gustado que no te hubieras ido así, tan como si nada, me hubiera gustado poder haberte entregado algo de mi sentimiento, tal vez sólo acariciarte y besarte, y luego te dejaría ir, no quisiera retenerte, para que seas feliz, y para que yo me quede con un recuerdo más tuyo, y bueno, no te podré borrar jamás de mí, pero me gustaría verte otra vez, y estar contigo una noche más.Bueno, ahora me voy porque (puedo) ya ha sido demasiado. Cuídate, espero que estés muy bien y que seas ultra feliz, espero verte por ahí en algún momento, y espero que tu vida sea muy buena.Olvída todo esto, olvídate y olvídame (y una sonrisa sarcástica se dibujó en su boca).
Día 2
Bueno, tal vez esa era mi despedida. Tal vez volviste con más fuerza. Tal vez nunca escuchaste mis palabras. Tal vez -no, definitivamente- eres un fantasma. A veces pienso cosas extrañas. Muy extrañas. Sólo intento encontrarle una explicación a todo esto que ha vuelto a mí después de un año desde la última vez. Lo absurdo de todo esto es que cuando estoy con otra persona me acuerdo de tí. Qué espanto. Me da risa. Me siento mal. Te recuerdo. Maldigo mi infantilismo!. La vida es un chiste, no tiene patas ni cabeza, mi corazón nunca sabrá y padecerá hasta qu esto termine, si es que tiene algún final. Creo que sí, siempre me ha parecido la muerte la más absoluta de todas las cosas, rotunda, plena de ser. En la vida, por más feliz que se sea, siempre habrá algo de no-vida que la hace carente y precaria.
Y ya, me estoy cabreando de tí, como muchas otras veces me ha pasado, así que creo que es tiempo que me suelte de tí de una vez por todas, veamos si se puede.

2 comentarios:

Pablo Gutiérrez. dijo...

Sí. Ya después de unas piscolas de más, de aquellas que disfrutas sólo, entenderás que no hay mejor amigo que las palabras.
Cuales quieran que sea. Feas, bruscas, las sexuales, y aquellas verdaderas. Palabras en verso, en rima, en prosa...hasta de esas que bailan en los baños de los bares, insinuando a la risa.
Pero sin duda, las verdaderas son las que importan leer. Camila Cortés, aquella muchacha fría. La cual te hace escribir. Aquella de la mirada seca, pero lluviosa y gentíl.
Creo que todos nos enamoramos de Camila Cortés, o de Sofía.
Creo que todos lloramos el amor, cuando se deja de escribir. Imitando al tiempo maníaco, cuando se escapa, tras la ultima fumada, y la secada de la última lágrima.
Sí, ella es Camila Cortés. La que amas, la que amo. Es ella, que nace de lo que siempre quisiste que naciera algo. Si no es burla, es poesía, y es así, durante unos quince o diesiseis minutos.
La llama crece, y sin duda Camila Cortés es quién está allí para contemplarla.
La angustia nos hace flaquear y ahogarnos, pero Camila Cortés está allí para mirar y abrazar.
O pero aún, cuando te llaman para escuchar a alguien que no deseas, inventas planes ficcticios, y te quedas, junto a Camila Cortés. Toda la noche del sábado.
Camilá Cortés es una mujer digna de pasar, de aquellas noches maravillosas de sábado en invierno.
Camila Cortés vive y es feliz, cuando tu sufres y mueres. Lamentablemente para nosotros, es en ese momento cuando Camila Cortés nos visita. Y jamás nos deja.
*Exelente texto Cuñá.

Pablo Gutiérrez. dijo...

Sí. Ya después de unas piscolas de más, de aquellas que disfrutas sólo, entenderás que no hay mejor amigo que las palabras.
Cuales quieran que sea. Feas, bruscas, las sexuales, y aquellas verdaderas. Palabras en verso, en rima, en prosa...hasta de esas que bailan en los baños de los bares, insinuando a la risa.
Pero sin duda, las verdaderas son las que importan leer. Camila Cortés, aquella muchacha fría. La cual te hace escribir. Aquella de la mirada seca, pero lluviosa y gentíl.
Creo que todos nos enamoramos de Camila Cortés, o de Sofía.
Creo que todos lloramos el amor, cuando se deja de escribir. Imitando al tiempo maníaco, cuando se escapa, tras la ultima fumada, y la secada de la última lágrima.
Sí, ella es Camila Cortés. La que amas, la que amo. Es ella, que nace de lo que siempre quisiste que naciera algo. Si no es burla, es poesía, y es así, durante unos quince o diesiseis minutos.
La llama crece, y sin duda Camila Cortés es quién está allí para contemplarla.
La angustia nos hace flaquear y ahogarnos, pero Camila Cortés está allí para mirar y abrazar.
O pero aún, cuando te llaman para escuchar a alguien que no deseas, inventas planes ficcticios, y te quedas, junto a Camila Cortés. Toda la noche del sábado.
Camilá Cortés es una mujer digna de pasar, de aquellas noches maravillosas de sábado en invierno.
Camila Cortés vive y es feliz, cuando tu sufres y mueres. Lamentablemente para nosotros, es en ese momento cuando Camila Cortés nos visita. Y jamás nos deja.
*Exelente texto Cuñá.