domingo, abril 23, 2006

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Siempre hablando de percepciones, sensaciones, creencias, ideas, intuciones etc. pero aún seguimos en la más absoluta oscuridad, lo ininteligible por antonomasia, la falta de sentido; la angustia y el miedo que asoman cuando uno se pone a pensar en lo poco y nada que hay de claro con respecto a la vida, a mi vida, a la de cada uno, a la de todos, y, dicho sea de paso, lo escaso que se vuelve el conocimiento (si es que se puede hablar en estos términos) del mundo, y por sobre todo, de mi misma.
Es por esta razón que las pesadillas y la intranquilidad "interna" - si es que existe lo "interno" y lo "externo" - caen pesadamente sobre la inestable psiquis que se perturba frente a la más mínima afección, y vaya que este mundo no es más que afecciones diarias y constantes!, dejando al pobre sujeto desnudo, sentado en una cuneta, juntando las rodillas con los codos y dejando la cabeza en esa posición de no querer saber nada de sí ni de los otros.
¿culpables? puede que lo seamos.
¿omnipotentes? en ningún caso.
¿limitados? de todas maneras.
¿utópicos? un seductor proyecto cuya concreción ignoramos por completo.
¿seremos alguna vez humanos? ojalá lo supiera.



[hora real: 23:52]

viernes, abril 14, 2006

No creo que


exista una sola respuesta para todo el mundo.

jueves, abril 06, 2006

bah!

Me llegó un mail sobre la rutina, luego abro el siguiente y conté por lo menos 4 veces la misma palabra, y para terminar el día: largo tedio me asediaba.
Las palabras hoy no fluyen ni escapan de mi mente como antes. Ya no está ese torrente verborreico que no me dejaba en paz. Una larga monotonía me condujo al monotematismo; prefieriendo la mónada para encapsularme fue que entendí, por fin, lo que era la esperanza. Esa que revolotea y molesta. Después de mi nadificación, decidí, por primera y única vez en mi puta vida, salir del mutismo y cambiar ese rictus constante que me llenaba de seriedad y, de paso, me congelaba. Abandoné las estalactitas que amenazaban con caer sobre mí, y agarré eso que dicen que es lo que siente. Lo dejé ahí, botado en medio de la calle a vista y paciencia del mundo entero, para que lo tomara quien quisiera, lo pisotearan, acuchillaran, ignoraran, acogieran, sostuvieran, burlaran, patearan, manosearan, y hasta mataran. Por supuesto, me puse en todos los casos posibles que mi menta podía imaginar, y ocurrió lo impensado: nada. Nada ocurrió.

[hora real: 0:19 ]