martes, julio 27, 2010

Pensar

Mi pensamiento se volvió ineficaz. Pero cómo así, si el pensamiento no tiene nada de eficaz (el filosófico por cierto), es más, conceptos como "utilidad", "eficacia", "productividad", "resultado" etc son inaplicables a la filosofía, que es el amor más des-interesado tanto por uno mismo como por la vida de los otros, por lo que no puedo estar pensando en términos calculistas si intento al menos acercarme a un pensamiento filosófico. Pero resulta que lo pienso, que espero algún resultado en mis pensamientos y en las acciones que derivan de esos pensamientos, y noto que mis pensamientos ya no generan acción alguna, ya no gestan grandes revoluciones en mi interior ni en mi exterior; estaré anestesiada? capaz, capaz y el exceso de filosofía me hizo inmune a la filosofía misma. Horror.
Yo sé que todo esto me lleva a una pregunta innecesaria, a una pregunta ya respondida por grandes de la historia del pensamiento, sin embargo me es necesario reformularla, volver a preguntármelo, ¿aún puedo esperar cierta "utilidad" de la filosofía, o más bien, del pensamiento que intenta ser filosófico?. La respuesta ya existe: la filosofía no es nada útil, porque no es nada que tenga que ver con la cochinada mundana de cálculos y utilidad, no es desechable ni prescindible, es lo fundamental. Es la vía reversa.
Soy necia, es cierto, y como buena necia, aún sabiendo que la respuesta ya está y que en algún momento era mi verdad más íntima, me replanteo la pregunta con la vana esperanza de que esa respuesta cambie, de que en algún momento se presente una respuesta diferente, de que el pensamiento, mi pensamiento, se convierta en acción nuevamente, que vuelva a corresponder con aquellas fuerzas que me dominan y de las que soy conciente sólo parcialmente, que vuelva a ser "eficaz" porque aún puedo esperar que lo sea.

martes, mayo 25, 2010

Contingencia

Presidente:
He asistido, como cualquier persona común y corriente, sin importancia colectiva, a una serie de noticias en donde se informa la subida de impuestos y el regalo de bonos por parte de su gobierno. Puedo estar equivocada, pero tengo la fuerte impresión de que usted no busca educar o gobernar de una manera digna y respetable, usted lo que quiere es meternos la mano al bolsillo, a ver si así entendemos, pensará.
Y claro, tiene lógica su pensamiento: 20 años de concertación no sirvieron de mucho. Entonces usted se va por el camino fácil. Si no entendemos de suyo las cosas, si no somos capaces como sociedad de aceptar un montón de puntos que suponen un cierto nivel de "civilización", pues entonces nos jodemos, y si no entendemos a la buena, entenderemos a la mala, como ahora parece que se nos está forzando.
Por otra parte, usted es hábil, eso lo concedo, porque claro "hay que reconstruir Chile" y por eso se suben los impuestos, además que los impuestos van dirigidos a elementos que son nocivos a la salud: al tabaco, alcohol, y tal vez hasta la comida chatarra, por lo que pocos alegan y asumen con la cabeza agachada que está bien porque fumar es malo. El tema no es fumar o no, beber o no, ir o no al Mc Donalds, el tema es que se está imponiendo una moral recalcitrante en todo esto. Ahora se les dará un bono a los matrimonios que sumen 50 años de casados. Yo ya jodí con ese bono, tendría que haberme casado unos 40 años antes de haber nacido para acceder a él, pero no importa eso, porque claramente no estoy en el segmento al que va dirigido. Entonces: se premia el matrimonio duradero y se castigan los vicios. Todo esto se me hace tan bonito y tan perfecto, que me hace dudar.
Su gobierno es, como según usted mismo ha dicho, "el de los mejores", de tipo tecnocrático, y no pondré en tela de juicio los grandilocuentes títulos de Harvard que sus ministros ostentan, y jamás emitiría una palabra en contra de la educación de excelencia -y de muy pocos- que recibieron, sin embargo, hay que dejar en claro que ningún título universitario es capaz de demostrar que cada uno de sus ministros, y hasta usted mismo, aprendió que no está tratando con un "capital" humano, sino que trata con seres humanos a nivel colectivo, y que no quieren que los subestimen y traten de "civilizarlos" metiéndoles la mano en el bolsillo, sino que quieren que las cosas funcionen, que no tengan que andar preocupados por algún asalto, que no tienen cómo pagar las cuentas, que no tienen trabajo, que no llegan a fin de mes.
Por favor, no nos diga qué es bueno y qué es malo a través del dinero, no nos manipule ni nos subestime, existe gente como yo que no habla mucho, que es más bien callada, pero que piensa y también quiere lo mejor para Chile.

Atte
Un individuo cualquiera.

jueves, abril 22, 2010

Comas (Andvari)

Con el tiempo, me he dado cuenta de que tengo algunos problemas con las comas, nunca sé cuándo utilizarlas exactamente, nunca sé cuándo hacer la pausa correspondiente y siempre dudo cuando utilizo alguna.

Dicen que no hay reglas para utilizarlas, que el escritor o el hablante es el que decide libremente cuándo y entre cuáles palabras ponerlas. El tema es la cadencia. El ritmo. La respiración. La pausa. La coherencia no me parece tan importante en este caso.

Cuando leo, por ejemplo, no reparo mayormente en las comas. Cuando escribo, me obsesiono con ellas. Son tan pequeñas, tan diminutas, tan decisivas dentro de una frase que me esfuerzo hasta decir basta en reproducir las pausas y respiraciones de mis propios pensamientos. Así parece, los pensamientos y sentires tienen un ritmo que hay que tratar de manifestar mediante algo tan insignificante como una coma, un punto seguido, un punto y coma.

Los sentimientos que se expresan en un texto también requieren de silencios. Es más, el sentimiento en sí mismo requiere un silencio, una coma que lo atraviese, un respiro. Esa coma es propia del sentir mismo, no es puesta deliberadamente por el que lo padece, sino que deviene con la cadencia propia del tipo de sentimiento, a su antojo y a su sonido.

Hay veces en que las comas se alargan, se transforman en puntos suspensivos, o en "etc.", pueden derivar hasta en puntos seguidos, pero la mayor gloria de una coma, el uso más excelso de ella, el lugar donde se siente más orgullosa y ostenta de su utilidad casi metafísica, es cuando antecede al punto final, cuando enfatiza el final pues lo aísla y lo sube al primer pedestal ontológico: a lo definitorio, a lo rotundo y pleno de ser, a la muerte. Encierra el final y da la última estocada, la última de las últimas, la última pausa del camino -que tiene la rebeldía de querer convertirse en esperanza-, el último segundo de lo que ya no será más, nunca más, el último estertor ante lo irreversible, lo irreparable, el último momento en donde todo puede cambiar.

Me lo figuro así: Ya lo sé, adiós.

sábado, marzo 27, 2010

Y el corazón en la papelera de reciclaje

Es difícil distinguir lo auténtico y legítimo. Honestamente, ignoro por qué suceden algunas cosas, y a veces son tan distintos los caminos para llegar a una cierta claridad que me suelo perder en ellos. Lo curioso es que no existe jamás una negación, y realmente creo que no debiera existir ninguna negación, de ningún tipo, uno debiera mantenerse permeable a las cosas que suceden. Uno debiera, uno debiera...
Fácticamente suceden cosas, estamos inmersos en las situaciones mismas que se ajustan a antojos que no son nuestros, la mayoría de las veces dominados por fuerzas que manejamos sólo parcialmente, y siempre un poco perdidos.
Tomando en cuenta que el ser humano es por definición un desgarro, o más específicamente, el individuo en sí es un desgarro de la totalidad, mientras más afirme su individualidad más desgarrado se sentirá, más desolado, más sufriente, más ajeno. Sin embargo, si el ser humano no fuera individuo, no podría jamás desear lo indeterminado, no podría desear la trascendencia, no tendría voluntad de trascendencia. Y pensado de esta manera, al menos en una primera instancia, no habría movimiento alguno generado por plena autonomía y libertad, sino que serían sólo movimientos automatizados que no tendrían dirección alguna, o en el peor de los casos, caeríamos en el estatismo absoluto, sería un mundo a lo Parménides, donde ni siquiera el tiempo sería percibido. El tiempo es el número del movimiento, ya lo dijo Aristóteles, y si no hubiera movimiento entonces no habría tiempo. Por lo tanto, no podemos abolir así como así al individuo con sus propias voliciones, aún cuando caigamos repetidas veces en el sentimiento más primigenio del hombre: el desgarro. Al parecer el desgarro es insoslayable.

La salida al desgarro: el amor

Creo que la conciencia es justamente la que se vuelve amorosa cuando estamos con quien queremos. No sé si el amor exista como sentimiento puro y abstracto, me declaro incompetente e ignorante en ese sentido, pero sí puedo decir que al menos existen gestos extremandamente generosos y poco usuales que podrían caer en la categoría de "gesto amoroso". Al final una relación entre dos personas (ya sea conyugal, fraternal, familiar, altruista etc.) se reduce a una serie de gestos que tienen el uno para con el otro y que forman una atmósfera bien determinada. Ahora bien, tampoco se pueden dejar al azar una serie de sensaciones físicas que tienen su correlato emocional, sin embargo eso no es objeto de pensamiento en este momento.
Pues bien, el gesto amoroso es una manera de girar la conciencia ensimismada hacia un objeto que es y permanece exterior a ella misma. Un otro insondable y a ratos incomprensible, inasible e inconmensurable. En estricto rigor, nunca sabemos qué terreno pisamos exactamente cuando realizamos el gesto amoroso, la conciencia toma valor y se lanza al vacío esperando encontrar un algo familiar que la sustente. A veces encuentra algo que no la hace sentir tan despojada, otras veces no. Cuando sucede lo primero, viene el alivio y consecuente sensación de placer íntimamente relacionada con la felicidad. Cuando sucede lo opuesto, entonces el vacío se vuelve insoportable y es reflejado a través de la melancolía, las lágrimas, la frustración y la desdicha. Todos estos sentimientos son el fiel reflejo de lo que la conciencia aspira, salir de la ajenidad y sentirse como en casa.


martes, marzo 23, 2010

Y si nos arrepintiésemos?

Vladimir: Gogo...
Estragon: ¿Qué?
Vladimir: ¿Y si nos arrepintiésemos?
Estragon: ¿De qué?
Vladimir: Pues... (piensa.) No sería necesario entrar en detalles.
Estragon: ¿De haber nacido?.

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E: Habría que volver de una vez a la naturaleza.
V: Lo hemos intentado.
E: Es cierto.
V: Oh, lo peor no es eso, desde luego.
E: Entonces, ¿qué es?
V: Haber pensado.
E: Evidentemente.
V: Pero hubiéramos podido abstenernos.
E: ¡Qué se le va a hacer!
V: Lo sé, lo sé.

miércoles, marzo 17, 2010

Enhorabuena

Debido a los últimos acontecimientos o sucesos íntimos ocurridos, debo citar aquí una conversación breve, desajustada, imprecisa, que tuve con alguien que caló hondo:

(1) sabes? me parece que los grandes genios tienen algo de inmoral, quiero decir que para poder crear la propia vida un hombre (todos tenemos esa capacidad) es necesario ser un poco "inmoral", no sé, a veces tengo esa sensación, y pienso y pienso y se me ocurren mil ejemplos.
(2) Sí, por ejemplo Tesla, a mí me fascina ese tipo, era un científico que inventó la electricidad sin necesidad de un conductor como el cable. El problema es que aparecieron las empresas, le compraron la idea y la guardaron bajo siete llaves.
(1) claro, por ejemplo. A mí tambíen se me ocurre cuando las mujeres comenzaron a vestir pantalones, por dios!, la algarabía que eso debe haber sido!, imagínate las mujeres mostrando el culo!, el colmo de lo inmoral!. No sé, sigo pensando en que hay algo de inmoral en la creación de la propia vida, ya llevándolo a terreno personal de pronto y tomando como ejemplo a los grandes de la humanidad, o sea, es que cuando uno pasa por épocas de vacío es como para comenzar de nuevo, para re-individualizarte como alguien nuevo, alguien que quiere hacer de su vida una creación, aún cuando ésta rompa ciertos esquemas morales y ajustes sociales.
(2) Y sí. Pagamos la cuenta?

Luego afuera, al visitar una librería en donde yo quería comprar un último libro antes de partir, mientras esperaba el vuelto, él va y me muestra un libro cuyo título era: El alma inmoral - la desobediencia del espíritu-. OH! -le exclamé- eso es lo que nosotros acabamos de conversar!!
(2) sí, por eso te lo mostraba. Eso es justo lo que nosotros queríamos decir.
(1) qué loco!!!!, viste? estas son el tipo de coincidencias de las que uno no puede decir nada salvo asombrarse.
(2) y sí, me dejó loco la contratapa del libro.
(1) Bueno vamos que andas medio descompuesto.
(2) Si, vamos.



Suena tan nimia al transcribirla, no supe hacerlo, es verdad, pero debo dejar acá en claro que la atmósfera, que no soy capaz de describir, era la de un exacto descubrimiento.

lunes, marzo 01, 2010

Enhoramala

[... registra el acopio de dolor y amargura con que la catástrofe de la identidad tropieza cuando el otro se cierne sobre nuestra vida cotidiana, ausencia y sombra encarnadas en una presencia constante y solícita.]

Si se hace el ejercicio mental de imaginar un doble, alguien que sea exactamente lo mismo que uno pero que a la vez sea un otro, como un desdoblamiento radical que implique hasta un cuerpo físico igual al de uno pero distinto a la vez, tal vez se pueda salir del peligroso método filosófico, a saber: tomar la conciencia cuando viene de regreso.

Me lo figuro a lo Cortázar: subir la escalera al revés.