[... registra el acopio de dolor y amargura con que la catástrofe de la identidad tropieza cuando el otro se cierne sobre nuestra vida cotidiana, ausencia y sombra encarnadas en una presencia constante y solícita.]
Si se hace el ejercicio mental de imaginar un doble, alguien que sea exactamente lo mismo que uno pero que a la vez sea un otro, como un desdoblamiento radical que implique hasta un cuerpo físico igual al de uno pero distinto a la vez, tal vez se pueda salir del peligroso método filosófico, a saber: tomar la conciencia cuando viene de regreso.
Me lo figuro a lo Cortázar: subir la escalera al revés.
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