jueves, noviembre 23, 2006

Un poemita que encontré

No tengo derecho a pedirte que te quedes
Quédate
Cólmame de tí
deja que yo sea tu amor por esta noche
No pido que me ames, pero haz como si me amaras
Pobla mis tierras vírgenes con tu salvia
Ámame esta noche.
Te pido la sangre y las costras
Te pido los ocasos
Te pido los llantos y los gritos
pero ámame por esta noche
Deja que te pueble.
Porque yo, poblándote, me hartaré de tí
Y te exigiré lo que no has dado nunca
Y me hostigarás
Y cuando te haya abandonado
Sonreirás y me dirás te amo.

viernes, noviembre 10, 2006

A mi lector in-nacido


Y resulta que me estoy aburriendo de esta monotonía innombrable. Porque sí, al igual que como dice un poema que acabo de leer " No aguanto existir/de la forma en que existo/y no tolero no existir/de la forma en que lloro y grito/ver como pasan los años/trotando frente a mis ojos/ sucios pero enteros." Y resulta que estoy quedándome sin saber qué hacer, y sin salidas visibles, mis pies se hunden en el fango de lo desconocido, y no logro avanzar, sin-movimiento, ¿y si empiezo a creer?, sé que los términos son toscamente racionales pero ¿y si lo intento?, y es que cuando estas horas se transforman en días, y los días en meses, y los meses en años, entonces todo me molesta, y ya no sé qué hacer, y peor, no sé quién ser... y resulta que sé que soy haciendo, y si no sé qué hacer?, mi existencia penderá de un frágil hilo etéreo?, ya ni el cielo más hondo me acoge, porque aquí, donde estoy, ya no hay cielo ni estrellas, no hay ojos, no hay sentidos, sólo el fango que me llega hasta el cuello, que me inmoviliza y me pudre.
Y es que cuando se llega a este punto -siempre digo lo mismo- siento que no puedo llegar más hondo -siempre siento lo mismo-, y no hay ni un reflejo que me guíe, estoy sola, absolutamente sola, con mi soledad concurrida -como reza Benedetti- y mis ahogados gritos silenciosos. ¿Y si me arriesgo y creo?, si me invento una luz y luego descubro que era real?, ya no sé, no sé nada -siempre pienso lo mismo- no sé cómo conformarme conmigo misma, con todo aquello que soy y no soy y que me hastía hasta el asco;
soportando lo insoportable es que permanezco aquí;
es solo esa bendita esperanza la que me mantiene, esa esperanza de que todo será diferente, de que encontraré mi lugar y mi ocupación en este mundo, de que me sentiré segura e íntegra, caminando con esos pasos de militar que tanto asombro me causan, caminando con esa certeza que tiene la gente que ha pasado lo peor, pero que ahora brilla hasta encandilar. Y si bien lo peor es relativo a cada uno -cada uno vive lo que es capaz de soportar dice mi madre-, pienso que el bienestar posterior es más o menos parejo para todos, a todos les llega en algún momento, y todos tienen ese brillo, ese cariz de complacencia que me hiere.
Me canso -siempre me canso-, me aburro -siempre me aburro- de ser yo misma, porque mi yo-misma es tan mísero y pobre que me insatisface, y sin embargo, no sé qué es lo que me puede satisfacer, o que ideal del yo-misma es el que me hará sentir bien... porque debo aclararte, sí a tí, mi lector inexistente, que no es una pena de amor la que me tiene así, que no es una derrota en el mundo, que no son los problemas-de-la-vida los que me tienen así, soy yo misma -espero que lo entiendas-, es mi existencia miserable e inútil la que me acongoja y me ahoga, -qué increíble no?, es asombroso cómo es que mi propia existencia me sofoca-, mi intelecto se queda corto al tratar de explicar lo que siento y he sentido por tanto tiempo -te preguntarás, acaso, cómo es que me soporto tanto tiempo así?-, aquel sentir que ha permanecido incólume frente a las alegrías efímeras que me ofrece el mundo, qué jodido sentir, me pregunto cuándo se acabarán estos luengos tiempos, ya no quiero más, y muchas veces me parece que tampoco puedo más -pero curiosamente sigo pudiendo-.
Si hay algo que te puedo asegurar, mi estimado y fiel lector, y tómalo como mi promesa mejor cumplida y mi derrota más vencida, es que no quiero seguir así, no tiene nada de placentero, nada hay en esto que me haga bien, muy por el contrario, ya quiero que acabe de una vez por todas y ser, en el sentido más usual y común de la frase, ser feliz.