jueves, marzo 02, 2006

Camila Cortés V

Me desvié un poco. Retomo el tema.
Tengo una personalidad absolutamente normal. No soy excéntrica ni extraña. Y aunque la gente con que he convivido concuerda en que algún grado de locura tengo, y que a través de pequeños detalles que sólo son visibles en la convivencia demuestro que soy mucho más “atípica” de lo que el mundo me ve, yo sigo convencida de que es sólo locura de ellos, y que para justificar sus rarezas, andan viendo rarezas en los demás. De todas maneras tendré que visitar a un psicólogo para que diagnostique mi in-sanidad mental, porque yo no tengo cómo darme cuenta de si estoy loca o no, hasta donde yo sé, los locos no son concientes de su locura.
Si hablamos de gustos, me gusta escribir. Sí, me da sueño. Aunque probablemente siempre careceré del talento suficiente como para hacer cualquier cosa que me guste, ya sea música, poesía o literatura, esa ausencia no me impide hacer lo que se me plazca, a pesar de que el resultado sea pésimo y no llegue ni a la cuarta categoría, es menester que siga haciendo lo que mi espíritu me demanda, porque si esas necesidades no se satisfacen, será mi frágil equilibrio el que sufrirá las consecuencias. Será fácil deducir entonces que soy aficionada a ciertas artes del tipo intelectual tal vez, porque para las manuales, la torpeza que caracteriza mis músculos y mis movimientos, la falta de delicadeza en mis terminaciones, hacen que no pueda hacer nada bien con mis manos o con cualquier parte del cuerpo. Debido a esa mentada torpeza natural que me resulta poco práctica la más de las veces, es que he tenido que buscar otras formas de expresión, quedándome finalmente en las del tipo intelectual, que al parecer, son las que menos mal me resultan. Y como dice Aristóteles, hay que escoger el mal menor.
Suelo ser un poco huraña con la gente. Paso por períodos bien solitarios en donde mi círculo social disminuye a cero, en donde no quiero hablar con nadie ni tener contacto alguno con humanos, el teléfono está constantemente descolgado y cualquier medio de comunicación es evadido por mí. Así, poco a poco la gente se ha cansado de mí y de mis ciclos de duración indeterminada, por lo que en el presente me encuentro absolutamente sola, y aunque esa soledad ha sido escogida, no puedo negar ni olvidar que a veces, al comenzar el día, me gustaría tener una nota mental que diga: A las 6 pm juntarme con T en el café del centro. Algunas mañanas son así, otras, al encender la televisión para tener alguna idea de lo que pasa en el mundo fuera de mis ocupaciones laborales, me alegra el hecho de no tener que compartir con alguien un par de palabras que preferiría guardarme. Bueno, absolutamente sola no estoy, debo confesar que hay un par de personas que me visitan regularmente, mi hermano y una amiga a la que le inspiro la lástima más profunda que alguien puede inspirar. Ella es de poca sutileza psicológica, pero es amable y es mi compañera de escasas noches de copas y sexo. Claro, no se vaya a pensar que soy mezquina con mis placeres, de vez en cuando salgo alguna noche, bebo hasta embriagarme y termino en un motel con alguien que apenas y sé su nombre. No abundan esas noches, tengo que estar en un estado especial, olvidarme de la esperanza y de las ilusiones, estar absolutamente fuera de mí y luego fabricar el montaje que durará una noche con suerte, sin suerte durará un par de horas. Instintos, nada más que eso.

[hora real: 12:55 am]

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