domingo, enero 07, 2007

A cada cual lo suyo

Repartamos las culpas. Hay que ser bien objetivo en esto, o lo más que se pueda por lo menos. La cosa es bien clara: son dos personas las culpables. El problema es que la culpa no deviene por el hecho en particular, sino más bien por las repercusiones que eso tuvo en otros. He ahí el problema. Entonces, toda la culpa no la tiene una sola persona, sino que se comparte con la otra. Lo justo en estos casos es examinar quién tiene la mayor culpa, de acuerdo al más afectado, pero dijimos que la culpa es de dos personas, aunque no podemos decir que se reparta en partes iguales. Sin embargo, el sentido común y el sensato criterio no logran distinguir bien por qué una persona tiene más culpa que la otra, por lo que entonces hay que trasladar la mirada a sutilezas de grados, a niveles de culpa del actuante, o de los actuantes en este caso. Se puede apelar a la inconciencia, a la ignorancia o a las copas excedidas, pero eso no exime la culpa, tan solo intenta justificar lo que, en principio, no tiene más justificación que los hechos. Entonces, ¿qué hay que justificar?, los hechos, sin duda, pero éstos se justifican a sí mismos, no hay más que agregar, todo lo que se diga al respecto se vuelve vacuo si miramos las cosas tal cual y sucedieron. Se puede recurrir a una serie de artimañas y subterfugios que lucharían hasta con los dientes por desembarazar de ese pesado sentimiento, sin poder lograrlo cabalmente, dando sólo débiles sensaciones de tranquilidad. Entonces ¿qué nos queda? nos quedan las tormentas ajenas. Eso nos impide la liberación del sentimiento, si nos importa un poco lo ajeno, claro está. Pensemos mejor las cosas y seamos honestos, repartamos bien las culpas.

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